Descifrar los códigos enemigos fue decisivo para la derrota del Japón por EE. UU. porque permitía saber las operaciones futuras con anticipación. Lo mismo ocurrió con el código enigma alemán, pero con una importante diferencia: mientras que el código japonés fue descifrado enseguida, el alemán era mucho más difícil y supuso un auténtico reto para los británicos. Esta es la historia de como lo consiguieron:
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